El Museo Vostell me lleva a la relación, siempre presente en mí, entre arte y naturaleza. La performance hace homenaje al grupo Fluxus y al momento histórico en que se produjo, con el movimiento hippy como eje. También he profundizado en mi infancia cuando, durante unos meses cada año, me convertía en una niña de campo en medio de un paisaje muy similar al de Malpartida de Cáceres.